Un médico y estudiado de la ULPGC que ha hato al menos cinco dioptrías entre investigación e investigación, se encuentra en estado crítico tras ver el video en el que la decana y la actriz Yanely forman dúo para realizar una especie de sketch (no sé si es el término correcto) desear a la comunidad universitaria unas felices fiestas. El profesor entró en una crisis existencial, al punto de preguntarse si su esfuerzo curricular valía o no la pena.
No entiende nulo de arte dramático ni de nuevas herramientas de comunicación, pero le cuesta digerir que un decano como Lluís Serra se riña a la interpretación y utilice por primera vez la Universidad. Hemos manido, reflexiona el doctor, algún decano que coqueteaba con su candidatura política, pero hasta ahora no se ha cedido ningún caso de combinación de teatro, cargo, puesto, símbolos y personalidad apasionante (o excitada). Tendrá el esquema de dedicarse al arte dramático en uno de estos saltos vocacionales, o de conciliar con la cátedra y las inquietudes inherentes a su responsabilidad institucional. Quizás una exhalación de salero, piensa el investigador en su despacho. Pocos saben de sus tribulaciones desde que vio el video, pero incluso le confesó a un colega que el problema puede estar en su incapacidad para aceptar la modernidad. En otras palabras, es un caparazón de tortuga limpio, realizado de escalas matemáticas y biológicas, aunque sin ninguna empatía que ofrecer a colegas y alumnos. Esta posibilidad hizo que silenciara su opinión sobre el piececito en el que Serra aparece con una visera y le da instrucciones a Yanely, quien se encuentra en Rectoría, sobre los últimos flecos a cerrar antiguamente de colgar. Lo que más le impresionó es su soledad: es un cobarde, pero conoce a otras personas más atrevidas a las que el tema les dolía, lloraba. Y se quedaron callados, no dijeron nulo, como si el inicio a inicio del Decano y Yanely fuera una electiva más de la carrera de Humanidades.
