La secuencia original devenganza ahora” es una fiesta de adolescentes en una mansión en Miami, Florida. Camila Mendes, en la piel de Drea Torres, una becaria de clase media, celebra su cumpleaños. Sus mejores amigas y su novio, “el novio valentísimo” y “el más popular de la escuela” como ella lo vehemencia, prepararon una degustación de cupcakes, montaron una escultura vegetal de la cumpleañera y lanzaron fuegos artificiales. Embriagada por tanta atención, la protagonista sonríe frente al espejo. Y oportuno. Lamentablemente, unas escenas más tarde, esa gozo termina, cuando un video sexual de ella viaja a través de teléfonos celulares por toda la escuela. A partir de ahí, comienza el sentimiento de odio de Drea. Coincidentemente, su sed de venganza es la misma que la de Eleanor (Maya Hawke), quien además tiene muchos rencores que canalizar alrededor de otra muchacha.
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Hawke y Mendes protagonizan la comedia oscura de Jennifer Kaytin Robinson, coguionista de “Thor: Love and Thunder” y creadora de la serie de MTV “Sweet/Vicious”. La directora, aficionado de las historias sobre adolescentes, encontró referencias de los 90 a clásicos del variedad joven que necesitaba incluir en su película: una número con globos de pintura en “10 cosas que odio de ti” (1999), la soda fuente y espacio de choque en “Scream” (1996), y los cambios de look de las jóvenes en “Clueless” (1999). Ella y el productor Peter Cron hicieron narración a la paleta de colores de estos clásicos y la combinaron con la historia de suspenso de Alfred Hitchcock “Strangers on a Train” para cargar la sinopsis y el concepto visual de “Revenge Now”.
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Las películas de chicas superficiales no tienen nadie que ver con el drama de Hitchcock, pero los creadores de “Get Back at It” necesitaban una trama que girara 180 grados sobre las diatribas de los adolescentes sobre la moda, el inclinación y el sexo. Por eso, la historia de “Extraños en un tren”, que prostitución sobre una tenista y un psicópata unidos para vengarse a costa de un crimen, fue reproducida en Drea y Eleanor, dos jóvenes de Rosehill Country Day School. La idea funcionó, aunque de una modo diferente. No son asesinos, pero sí muestran rasgos psicópatas al querer terminar con la vida social de sus enemigos.
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En “Do Revenge”, las discusiones de la Gestación Z, como el feminismo socio a los hombres o la normalización del consumo de drogas, marcan la diferencia con las películas de los 90, que se basaban en el desprecio por el status social y omitían la crítica política. A partir de los temas actuales, los creadores utilizaron el colorido corte del vestuario y el apetito de atención de los jóvenes en las redes sociales para crear personajes incoherentes.
Por un flanco, el color de la piel, la orientación sexual y los “mejores amigos” de la élite franco no son un problema; es afirmar, hay inclusión. Por otro flanco, el cambio climático y el acoso sexual son denunciantes, aunque en verdad a nadie le importa. En este statu quo nacen estudiantes como Max (Austin Abrams), el no tan bello y no tan musculoso presidente estudiantil, hijo de una poderosa comunidad de políticos, quien, en verdad, es un depredador sexual y un pequeño que necesita ir para la escuela. terapia. Sin incautación, es alguno popular que el alumnado apoya ciegamente.
Nadie es un pedazo de pan en esta película. Los gestos, el tono de voz y las miradas entre Mendes y Hawke sustentan la vileza de las acciones principales: planear una venganza, confesar un trauma, reírse entre amigos, etc. El dolor de los personajes se justifica por el deseo de ser importantes y políticamente correctos. En normal, son dos horas de fascinación y ritmo joven, por ejemplo, “Bitch” de Meredith Brooks y “Kids in America” de Muffs (en otra traducción). Pero además hay espacio para la vulnerabilidad sin caer en demasiados clichés, o en todo caso, con demasiadas referencias a películas de variedad joven. Se convierte en una sátira de la lozanía flagrante que deja muchas conocimiento.
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