Odio inmortal al fútbol reciente. Así se definirían muchos de los protagonistas, tanto presidentes como periodistas, que protagonizan La Trabazón de Hombres Extraordinarios, la nueva miniserie documental de Movistar Plus+.
Y mínimo volverá a ser igual. El fútbol no ha dejado de crecer exponencialmente durante las últimas décadas –dile a los fans de las consolas con FIFA 23 a la reverso de la cima– hasta convertirse en ese aberración de masas en el que siempre acaba apareciendo un pez más vasto.
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La coalición de caballeros extraordinarios nos cuenta en cinco capítulos y de forma resumida el reconvención de personajes como Benemérito César Lendoiro, teresa rivera, Manuel Ruíz de Loopera, José María Cañeda, joan gaspart, José María del Casa y, como antecedente, el periodista de medios Jesús Gil.
A excepción de Teresa Rivero, los otros cinco presidentes accedieron a ser entrevistados en sus casas, como en el caso de Lopera, o en lugares que respiran ese ambiente de los 90 con grandes alfombras, enormes arañas doradas y muebles de madera maciza de castaño.
Pero no son los únicos. En la miniserie documental, periodistas como Olga Viza, Alfredo Relaño, Manuel Jabois o Quique Peinado; atletas como Pedja Mijatovic o Pablo Alfaro; y entrenadores como Fernando Vázquez.
Son los protagonistas, pero en existencia son solo el transporte para tolerar a final un retrato social y financiero del fútbol doméstico en los primaveras 90. Cuando el deporte y sus jugadores estaban más cerca del simpatizante que de una infinity pool en Dubái. Cuando sus líderes eran aficionados antaño que magnates.
O fútbol de los 90 podría ser una ejemplificación más de que cualquier tiempo pasado era mejor. Un endulzante extremadamente romántico, sí. ¿Una historia nacida de la nostalgia? En parte además.
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Porque en su regazo además se alimentaban grandes problemas: machismo desenfrenado, más belicosidad adentro y fuera de los terrenos de ocio y un resultado mediático absolutamente esperpéntico de esas personalidades que terminarían desfilando por las canchas, en un jacuzzi haciendo vestido de su vergüenza o dándose puñetazos. Actos Públicos.
Cada capítulo de la serie apunta sus balas en ambas direcciones. Por un costado, tendremos ese punto de paisaje de una sociedad apasionada que gustaba del deporte rey como en su propio morería; Por otro, el pudor y el esperpento de una España de la que podemos estar orgullosos de dejar antes.
El paseo melancólico
Hubo un tiempo en que el fútbol no hablaba de escupir cuentas. En el que el merchandising era un complemento, el pelusa un símbolo y la camiseta una condición identificativa.
Y de la tenebrosidad a la mañana, el hacienda privado se convirtió en señor y soberano de todo por lo que volvimos a casa con las rodillas ensangrentadas.
Un tiempo en que el súper deporte de Benemérito César Lendoiro hizo vivir a la vez el corazón de todos los coruñeses mientras el balón pasaba por los pies de bebidas s mauro silva. O que una mujer como Teresa Rivero pueda presidir el Chispa Vallecano sin tener el más pequeño interés por el fútbol.
Como puede ver, el discurso melancólico es acomodaticio de construir, acomodaticio de desarrollar e incluso más acomodaticio de seguir. Subirse al tren de la nostalgia es tan simple como usar imágenes granuladas, televisores de tubo y escenarios ornamentados llenos de muebles de madera y adornos religiosos.
Ahí es donde juega La coalición de caballeros extraordinarios, que vara un balón endiablado para perforar la meta desde el ángulo superior. Y aquí sus productoras, Producciones del KO y Producciones del Ciudadela, de Jordi Évole, son absolutas Asesinos del Area.
Encontraremos imágenes y testimonios como el de Caneda en su sonado coincidencia con Jesús Gil, de donde salieron más amigos que nunca. Del penitente Joan Gaspart, recibiendo estoicamente los pitos y pañuelos de los más de 90.000 espectadores del Camp Nou.
Ese es el gran logro de la serie: apuntar a figuras nacionales cuyo carisma los obligaba a discutir en los bares a ritmo de tortitas y cervezas. Porque todos, empezando por los presidentes, hablaban en entrevistas. Decían y actuaban sin piruetas ni banalidades.
Eran los tiempos de José María García y José Ramón de la Morena. Amodorrarse con la radiodifusión encendida y el escudo encumbrado por si las dagas volaban demasiado cerca.
Las mismas fechas en que los grandes empresarios encontraron en el fútbol su corral privado, en rebusca de triunfo, caudal y poder. Con una incontinencia verbal infinitamente superior a la contemporáneo, pero con objetivos similares y un punto pasional superior.
Porque no todo lo que reluce es oro. Y en esto el documental, aun con cierta distancia, hunde además sus críticas a través de sus protagonistas periodistas.
La decenio de 1990 fue una época en que los palcos de los estadios prohibían a las mujeres. En los que los programas de televisión, abiertos a una visión más cómica y cercana de la prensa rosa tras la arribada de Antena 3 y el Mediaset de Berlusconi, degradaban a los jóvenes que mostraban como unos vagabundos.
Fueron los cimientos de la futura expulsión de los ultras de algunos estadios, pero además de su propia exaltación. Así, las historias de Mónica Marchante y Olga Viza, pero además de Alfredo Relaño con sus contraportadas de As o José Ramón de la Morena, modificar este delirio en una punto de vista a la verdad que el fútbol ha perdido.
Ni mejor ni peor, diferente
No hay mejor guisa de avanzar que mirar alrededor de antes para tomar impulso. y en eso La coalición de caballeros extraordinarioscon el archivo Movistar más extraordinario, tiene mucho que aportar.
Los tiempos le han jugado una mala pasada el muy flamante primicia de El caso Figo en Netflixsobre todo cuando es uno de los grandes resortes que marcaron el cambio de rumbo del fútbol doméstico, pero el declaración personal de sus protagonistas nos permite rememorar aquellos maravillosos, pero además grotescos, primaveras 90.
El fútbol no es ni mejor ni peor; es diferente. Las distancias con los aficionados han aumentado considerablemente, al igual que el desequilibrio de un ecosistema que pide a gritos una renovación.
Odio inmortal al fútbol reciente, ese que se ha convertido en un producto al servicio del caudal, pero con las cicatrices del fanatismo, el racismo y el machismo aflorando, tenemos la oportunidad de recuperar parte de esta existencia deportiva que ahora es tan engañosa. .
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