La película ‘Suro’ lleva a las pantallas la revés al campo

Vicky Luengo y Pol López en 'Suro'.

El equipo de 'Suro' en el Festival de Cine de San Sebastián.

Antaño de la pandemia, la vida rural parecía condenada a la agonía. Sin requisa, luego del confinamiento, hubo un éxodo por el contrario, de las ciudades a los pueblos de la periferia o al campo, un proceso que además se ha conocido en el cine gachupin a través de una serie de ficciones que dan fe de un cambio de estilo de vida que nos lleva de lo urbano a lo ecológico.

En el interior de esta letanía se encuentra ‘Suro’, ópera prima de Mikel Gurrea, que se presentó en la sección oficial del Festival de San Sebastián. Una mozo pareja decide mudarse a Ampurdà para cuidar la tierra de alcornoques que ha heredado Helena (Vicky Dilatado).un plan que por otra parte conecta a la perfección con sus principios, Iván (pol lopez). Así, dos arquitectos que trabajaban en una especie de cooperativa entrarán en el negocio del corcho, que se sigue recogiendo de forma tradicional. Ella contratará a un equipo para hacer el trabajo, y él intentará formarse el oficio uniéndose a ellos, poco que despertará algunas sospechas.

En este caso, el cambio de aires será el detonante para que surjan las diferencias en la pareja. Si al principio de la película parecen estar coordinados en todo, a medida que avanza la historia se enfrentan a problemas insalvables que, en el fondo, tienen que ver con posiciones enfrentadas en la vida.

El choque entre diferentes visiones además está presente en ‘As Bestas’, de Rodrigo Sorogoyen, en este caso representado por una pareja de franceses que llegan a una ciudad de Galicia para modificar casas y plantar productos ecológicos, y los habitantes autóctonos que quieren entregar estos terrenos a un parque eólico. Aquí la revés al campo se convertirá en una pesadilla, en un incómodo catálogo de amenazas que terminará en asedio y ataque. ‘As Bestas’ deje de la pertenencia a la tierra pasada por el filtro de odio al extranjeropoco que además está presente en ‘Suro’ a través de la preparación del tema de la inmigración.

En el interior ‘Tienes que venir a verla’, los conflictos son menos tumultuosos, pero el mismo dilema surge luego de la pandemia, cambiar la hostilidad de la ciudad por la tranquilidad del campo. Con la preparación del teletrabajo, una pareja (formada por Irene Escolar y Francesco Carril) deciden mudarse a una ciudad fuera de Madrid, mientras que sus mejores amigos (Itsaso Arana y Vito Sanz) no entienden esta valor y tomarán conciencia de su propia situación. adentro de un mundo que parece desmoronarse a su en torno a.

Sin requisa, adentro de esta tendencia, la película más representativa de este año sigue siendo ‘Alcarràs’, de Carla Simón, en la que radiografia una efectividad completamente diferente, despojada de bucólica, es asegurar, el final de una forma de vida. Así, la tribu Solé, que lleva varias generaciones trabajando en los melocotoneros, tendrá que abandonarse el dominio porque los propietarios lo han vendido, de nuevo, a los parques eólicos. Si Sorogoyen aborda este mismo conflicto a través del thriller, Simón reto por el naturismopor la expresión del trabajo en el campo a través de la visión de los diferentes personajes, desde el antecesor patriarca, que ve con tristeza cómo todo lo que construyó a su en torno a desaparece, hasta los hijos, que son mucho más permeables a los cambios, pasando por el padre que se atrinchera en la privación.

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El regreso a las esencias además está presente en otras películas tan interesantes como ‘Dúo’, de Meritxell Colell, que de alguna guisa recupera el leitmotiv de ‘Con el rumbo’, en el que la protagonista conecta con su propia identidad cuando regresa a su casa de Burgos con su anciana superiora. ‘Dúo’ se concibe como un alucinación por las ciudades perdidas de los Andes y, de alguna guisa, este contacto con las esencias desencadenará un nuevo proceso de búsqueda interior.

Igualmente en ‘Cinco lobitos’, el personaje interpretado por Laia Costa se refugia en casa de sus padres en Bizkaia para no afrontar sola la depresión posparto, y en El agua, de Elena López Riera, lleva un poco más allá el concepto de rural, pues en este caso no hay viajes de la ciudad al campo o al revés, sino de lo que es se tráfico de situar por el regionalismo, por los acentos del circunstancia, por su concurrencia, por sus leyendas, por sus tradiciones. Y desde esta convicción casi estética, se pueden explorar otros escenarios que el cine gachupin había perdido durante mucho tiempo.

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