Cuando cualquiera se siente seguro de sí mismo y, en cambio, es capaz de buscar posibles errores sin estridencias emocionales, es muy, muy complicado resentirse. Con desparpajo y humildad, no nos sentimos aludidos ni innecesariamente aludidos, ni sufrimos mucho si somos atrapados en una resignación. Y ambas son habilidades que se derivan de la inteligencia emocional. ¿Te ofendes fácilmente?
En esa última pregunta tienes un buen primer calibre. Pero guíate, mejor que tu refleja, para las veces que escuches cosas como: ‘ve como te vistes!‘, ‘si no estuviera contigo!‘, ‘¡Te lo llevas todo al zarandeo!ningún ‘si lo sé, no te lo diré’… Y tantas otras frases de su entorno que podrían estar indicando que en realidad eres más susceptible de lo que te gustaría.
Otras señales que le sugiero que tenga cuidado son cuánto dura la ofensa y el nivel de influencia que tiene en el resto de su día. Porque si el hecho de que te sientas ofendido u ofendido por la mañana rumias hasta la confusión con pensamientos negativos contra el planeta o contra ti… Esto no es muy inteligente, porque igualmente habrá dañado tu comunicación con muchas otras personas que no tenían nadie. que hacer con él. Vea lo que provocó su ira.
Creo que A nadie le gusta ser ofendido y mucho menos admitirlo, pero está todo su habla no verbal y fisiología ‘bordando’ el trabajo prematuro de hacer que la ira sea muy obvia para usted y muy visible para otras personas.
¿Qué nos dice la ira?
Ya sabes que todas las emociones son positivas, aunque sean desagradables. Su función es traernos información valiosa para que sepamos cómo reaccionar en cada situación. Son pilotos que alumbran, nos avisan y nos preparan. La ira te dice que es hora de defenderte, defender tus derechos o los de los que amas, protegerte de las malas intenciones, preservar lo que te importa… Qué serías si nunca te enojaras…
El mensaje de la ira es muy claro: cualquiera o poco está rompiendo tus límites. Entonces, si te ofendes con frecuencia, ya sea por referencias directas o indirectas, o por cosas que otras personas dicen, hacen o dejan de hacer, es muy posible que necesites reflexionar sobre estos límites tuyos y descubrir qué hay detrás. tu malestar. . La mayoría de las veces, es un sentimiento de inseguridad, que nos inunda en situaciones en las que nos sentimos vulnerables o en peligro por cualquier motivo.
Pero ahora imagina que estos límites son lógicos, apropiados y que decides enojarte. ¿Cómo quieres reaccionar? ¿Perdiendo el coraje y atacando? ¿Huyendo? Muy posiblemente eso es lo que tu cerebro te invitará a hacer, porque cuando nos sentimos en peligro eso es lo que hacemos: atacamos o huimos. Y aquí es donde entra el poder de tu inteligencia emocional y la capacidad de diligenciar adaptativamente tu ira para que seas calibrado y en la medida certamen.
Inteligencia emocional para amparar el poder
Cuando mi hijo pequeño estaba en la escuela primaria y llegó a casa enojado con su ‘amigo del alma’ en ese momento, le dije: que poder tiene tu amigo sobre ti, tu haces lo que el quiere, enojate. Y siguió mirándome, asintiendo con la persona y aceptándolo a los siete u ocho abriles. Le molestaba hospedar que su amigo en realidad tenía el poder. Eso es exactamente lo que nos pasa cuando no gestionamos adecuadamente la ira o cualquier otra emoción, que acabamos cediendo el poder de arriesgarse la talante con la que queremos estar.
La ilustre Agatha Christie dijo que ‘Las personas inteligentes no se ofenden, sacan conclusiones precipitadas’y es una frase que resume congruo adecuadamente la organización emocionalmente inteligente que les sugiero hoy.
Lo primero es evaluar la cantidad de enfado u ofensa que caracterizan su vida diaria. Haga esta revisión honestamente, sin dejarse engañar. No tienes que estar adecuadamente con nadie. Y si son muchos o nunca te ofendes, mira dónde están tus límites. Quizás los tiene tan acullá de él que es casi difícil no ofenderlo; o puedes tenerlos tan apegados a ti que te inhibes más a menudo de lo que deberías y muchas veces te dejas cansar.
Posteriormente de que haya reubicado adecuadamente sus líneas rojas, ahora es el momento de aventajar tiempo para evitar que cualquiera le robe la capacidad de arriesgarse cómo quiere reaccionar.
Así que lo segundo es identificar la reacción física que acompaña a tu ira.. Para eso tienes que observarte adecuadamente cuando te enojas, ¿cómo empiezan?, ¿dónde los notas en tu cuerpo? Tal vez el rubor sube a tus mejillas y te sientes más caliente, o aprietas los puños, o tus músculos se tensan, o tu corazón se acelera, entre muchas otras posibilidades. Tomar conciencia de cuáles son sus primeras evidencias corporales le permitirá avanzar más y mejor y evitará mejor que la ira avance sin control.
El tercer paso es respirar. Date unos segundos para tomar varias respiraciones profundas. No es una tontería. Sirve para oxigenar tu crimen y promover el restablecimiento de la fisiología que buscabas. Porque cuando estás tranquilo o calmado, respiras más flemático y tu cuerpo lo sabe. Pero sobre todo, ganarás tiempo de consejo para enfrentarse el cuarto paso.
Es hora de reevaluar la situación. e imagina otras explicaciones para las palabras, comportamientos o lo que sea que te esté ofendiendo. A veces solo necesitas pensar en qué situaciones serías capaz de hacer o afirmar las cosas que tanto te ofenden en este momento. Tratar de entender.
Al comprender y con su fisiología equilibrada, podrá arriesgarse de guisa más inteligente cómo desea establecer el ataque y si vale la pena meterse en esa pequeña o gran batalla. Porque la inteligencia emocional te da poco muy valioso: tiempo para conservar el poder de arriesgarse tu propia talante. No renuncies a tu poder.