Los terribles incendios de Bejís y Vall d’Ebo arrasaron este verano más de 30.000 hectáreas del comarca valenciano.
Con el calor creciente y extremo provocado por el cambio climático y las tormentas secas, es posible que no se hubieran podido evitar, pero lo que no dudan los agricultores y ganaderos es que no hubieran rematado tal magnitud de devastación si se hubiera prestado poco más. cuidar —y ayudar— al campo, víctima del desatención de cultivos y la despoblación del interior.
Las imágenes del fuego engullendo sin compasión la masa forestal tenían su contrapunto en los cultivos agrícolas que actuaban como barreras casi naturales en presencia de el avance descontrolado de las llamas.
Antonio Miguel Álvaro, responsable del sector cerealero de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja), todavía es productor de almendras y tiene dos rebaños de ovejas en Aras de los Olmos, ciudad próxima a la frontera entre Valencia y Teruel y Cuenca, y no tiene dudas de cómo se podrían alertar o evitar los incendios si la sociedad, con las administraciones públicas en primer puesto, se implicara más en el campo.
“Las ovejas se pasan el día comiendo, cortando brotes con la boca. Necesitan un intrascendente de cinco kilos al día y los 365 días del año”, dice antiguamente de precisar que “puede ser de la montaña o de terrenos abandonados. Lo que hacen es sacar el combustible, porque el fuego, como cuando enciendes un fuego, no empieza en el tronco del árbol, sino en la hierba fina, que es la que comen las ovejas o las cabras.
No solo eso, porque “todo el día vagan por los campos y, encima de lo que comen, cuando pacen, rompen las ramas secas y se rozan con las patas y el cuerpo, lo que favorece que se descompongan antiguamente. Así que menos combustible para un posible incendio.
El problema, sin retención, es que “el pastoreo está desapareciendo. En Aras, en los abriles cuarenta del siglo pasado, había 127 hatos y 12.500 cabezas. Ahora solo me quedan 800”.
Los cultivos, a su vez, son cortafuegos naturales de gran operatividad. En los cereales, por ejemplo, “cuando se ara la tierra, el fuego no puede ocurrir porque sólo hay tierra y la semilla se entierra. Cuando crece, mientras está verde no se fuego y el tiempo de crecimiento antiguamente de la cosecha es corto”.
Las leñosas, como el almendro, la vid o el olivo, todavía funcionan como barrera. Y es que “la tierra está arada y el fuego no llega a los árboles”.
Pero, claro, como cada vez hay más “tierras abandonadas, en primavera sale la hierba y se sequía y en verano se convierte en combustible”.
Por su parte, el secretario normal de la Unió de Llauradores, Carles Peris, añade otro ejecutor que todavía pierde ámbito: la tala de árboles para producir madera y con la que “se evitan las masificaciones y se suprimen los árboles muertos”.
El dirigente rústico considera que “estamos a abriles luz de poder revertir la situación, porque llevamos muchos abriles sin hacer falta y ahora es casi irrealizable higienizar las masas forestales”.
“Las ovejas obtienen combustible al manducar”, dice estanciero
Pese a ello, ni el sector ni la Generalitat están resignados, sobre todo tras el aviso que dio este verano.
El responsable de AVA-Asaja defiende el mantenimiento y fomento de la rebaño extensiva, de la que huyen los jóvenes porque exige trabajar los 365 días del año, mientras que en la agricultura (pollos, cerdos) “hay cierta espontaneidad”.
Carlos Peris, por su parte, pide ayuda directa a los productores cercanos a los macizos forestales para que no abandonen sus cultivos. Igualmente aboga por aumentar la cantidad que la PAC ya destina al mantenimiento del dimisión generacional en la rebaño extensiva en cien euros anuales por hectárea.
mediciones
Desde AVA-Asaja, su líder en el sector cerealero critica que, para pastar en la montaña, tiene que remunerar -en su caso- dos mil euros al año al Estado: “Si hacemos el proporcionadamente, ¿para qué? ”, pide, antiguamente de señalar la escasez de ayudas para el pastoreo en zonas cortafuegos, que se quedan en 100.000 euros para toda la Comunitat Valenciana.
El secretario autonómico de Agricultura, Roger Llanes, garantiza, por otro costado, que la Generalitat está trabajando en dos frentes.
Por un costado, con ayudas para “restaurar el potencial productivo de más de tres mil hectáreas de cultivo”, especialmente almendros, frutales y olivos, que, a pesar de todo, fueron quemados en Bejís y la Vall d’Ebo. Por otro costado, ha confirmado que el Consell está trabajando en una iniciativa “pionera”, que consiste en “remunerar por los servicios ambientales”.
En otras palabras, “establecer nuevas parcelas de producción en zonas de montaña y bosques como parapeto contra incendios”.
Para ello pretende atraer a agricultores, cooperativas y empresas que se interesen ya quienes se les pague un valía por cada hectárea de cosecha que recuperen.