“Vamos chicas”. Con esta frase, Shania Twain arengó a las mujeres cuando cantó uno de sus mayores éxitos, “¡Cara! ¡Me siento como una mujer!” La cantante canadiense acaba de abrir un documental en netflix llamó Shania Twain: no solo una pupila, en el que ella misma cuenta sus luces y sombras.
Fue una mujer empoderada y destacamento para su época, y se animó a romper esquemas preestablecidos. anteojos cambió todos los límites de la música country, un categoría en el que la mujer ocupaba un superficie secundario. Escribió sus propias canciones, tocó la guitarra y abrió el camino al resto de mujeres del categoría. Sus shows eran un definitivo espectáculo para ver donde deslumbró con su voz, carisma y talento. Pero la vida de Shania no siempre ha sido color de rosa.

Shania nació el 26 de agosto de 1965 en Ontario, Canadá, y comenzó en el negocio de la música cuando era pupila y actuaba en la escuela. Así fue con su talento a diferentes bares de la región. A los 8 abriles, su mamá la llevó a cantar a los pubs porque estaba obsesionada con el talento de su hija. En el documental, la cómico repasa su vida a los 56 abriles desde su casa en Ginebra, Suiza.
Creció con sus cinco hermanos en el pueblo de Timmins y dice que creció en un hogar violento y la música fue su salvación. Y su vida dio un transformación cuando sus padres murieron en un incidente automovilístico en 1987 y tuvo que hacerse cargo de surtir y educar a sus hermanos.

No fue hasta que llegó a Nashville, la cuna de la música country, en 1993, que pudo firmar un arreglo discográfico con Mercury y su carrera comenzó a amputar. y con el disco Vamos allá (1997) anteojos alcanzó la triunfo mundial. los exitos “Sigues siendo el único” y el super clasico “¡Tio, me siento como una mujer!”, se convirtieron en los himnos de la carrera de Twaine.
Pero esa destello de éxitos empezó a decaer cuando le diagnosticaron la enfermedad de Lyme, que contrajo tras ser picado por una garrapata mientras montaba a heroína. “Me mareé en el escena, perdí el seguridad y tenía miedo de caerme. Los desvanecimientos eran muy regulares, cada 30 segundos o cada minuto. Tuve todos los síntomas de la enfermedad durante el tratamiento; Me recuperé, pero mi voz nunca volvió a ser la misma”.dice la cantante en el documental.

Por otra parte, vivió una situación emocional muy dolorosa cuando su marido la engañó con su mejor amiga. En 2010 se divorciaron y Shania se refugió con su hijo Eja, nacido en 2001.
Pero de la misma modo, la cantante supo reinventarse y plantarse una y otra vez y esa es toda la idea del documental. Nos muestra el esfuerzo y compromiso de una mujer que partió de la cero y alcanzó la éxito, pero que a su vez supo sobreponerse a todas las dificultades que se le presentaron. A pocos días de su estreno, esta producción ya se encuentra en el Top 10 de las más vistas en Netflix.
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