El cielo occidental parece ser el único límite para el cineasta porteño Raúl Perrone, cineasta que ha filmado más de 60 películas sin salir de las afueras de Ituzaingó. La cifra es provisional y efímera, pues su obra ha ido creciendo a un ritmo más acelerado en estos tiempos de crisis, con dos y hasta cuatro películas realizadas al año. No hay más secretos que una economía de recursos que pocos en el cine independiente manejan realmente y una idea primordial del séptimo arte como máquina de sueños, dos piedras angulares que le permitieron recrear la jungla de favula.
En los sótanos del Centro Cultural San Martín, antes de presentar su nueva película en el BAFICI, ser eternoel director hablo con cultura infobae y quiso aclarar su fama de prolífico: “Hoy sale esta película, pero hay dos más, y posiblemente en un mes se empiece a rodar de nuevo. Pero no es que esté filmando todo el tiempo. No sé por qué sucede eso, tal vez porque no espero diez años para filmar. Hago un plan en 15 minutos y listo, si es bueno y es lo que quiero, ¿por qué lo repito?
De una película a otra perrona busca poner su mirada como por primera vez. Por eso, aunque ser eterno Retoma el desamparo juvenil, uno de sus temas favoritos, la visión se refresca ante el sopor de los personajes con un inquietante contrapunto de imágenes y sonidos. Por eso también “Perro” rechaza las sinopsis de sus películas: “Quiero que la gente llegue sin saber lo que va a ver. Tampoco habrá tráiler: son mentirosos y nunca reflejan realmente el espíritu de la película”.
–Usted es un personaje muy querido por el BAFICI, a pesar de que no le gusta mucho el ambiente del festival. ¿Sientes que el público de tus películas está aquí o prefieres encontrarlo en otro lugar?
-Sé que aquí, por alguna razón que desconozco, mis películas se agotan antes de estrenarlas. Eso me hace muy feliz. Además, no es muy común seguir generando expectativas sobre lo que haces después de haber filmado más de 60 películas. Ahora si me preguntan cuál es mi audiencia, no tengo idea, pero luego los veo y sé quiénes son, recuerdo sus caras porque dibujé durante mucho tiempo. Sí, puedo decir que es un público cada vez más joven, incluso en mi taller los alumnos empiezan a llegar cada vez antes.
-Los chicos con los que apareces también son más jóvenes. ser eterno en comparación con los que aparecían en sus películas de los 90. Y es una juventud a la vez más devastada, pero carente del nihilismo de esa década…
-Los hijos de labios de barbacoa tenían 26 o 27 años y bebés al lado de estos muchachos. En esta película traté de mostrar vidas muy difíciles, pero sin estigmatizarlas como sucede en la televisión o en los comentarios en las redes. Decidí no hacer eso, porque son chavales que quieren salir y hacer una vida normal, ir a la piscina, por ejemplo. Tampoco los muestro jugando al fútbol, que sería lo más obvio. Están en el agua como forma de supervivencia, se sumergen pero salen. No sé qué van a hacer después con sus vidas, pero al menos en los 9 o 10 días que filmamos vivieron otra vida y les hice creer otra cosa. Hoy algunos quieren actuar o cantar.
-Los muestras con algo de esperanza en la película…
-Hay otra mirada menos cruel. Hoy pones música en cualquier imagen de noticias y la editas y es una vieja película independiente, muestran niños con armas y todo eso. Esta obviedad me parece miserable, porque la historia ya es demasiado fuerte para querer apoyarla con imágenes crudas. No es darles la oportunidad de hacer otra cosa y eso me preocupa. Por eso trabajo mucho el sonido, que a veces no se corresponde con lo que estamos viendo oa veces desincronizo intencionadamente los diálogos. Intento hacer un cine muy diferente a lo que ves. Ya no me importa mucho contar historias o que la música coincida con lo que estoy contando. Esta película en manos de otro cineasta podría tener una trampa de fondo y no un piano romántico.
-Cada vez hay menos diálogo en tus películas. ¿Estás cansado de cierto costumbrismo local al margen o tiene más que ver con tu fascinación por el cine mudo?
-Con el tiempo, mi búsqueda me llevó a investigar más el cine y me di cuenta de que se confía mucho más en las imágenes que en lo que dices. Si puedo decir algo con imágenes, ¿por qué debería hablar de ello? En el interior S4D3 y otras películas mías que no tienen diálogos, entiendes todo, de lo contrario no habría cine mudo. Esos tipos contaron muy bien lo que estaba pasando. ser eterno Hay muy pocos diálogos que sean imprescindibles, si no, ¿qué vas a contar? Los niños siempre te dirán lo mismo: “Y sí, pues ahí nos fuimos, locos…”. Ya está tumberos y todo esto, me cansó. Trato de contar las cosas muy crudas, pero con cierto grado de poesía.
–Algunos dividen sus películas en dos clases: las de carácter social y las que apuestan por la ilusión de los inicios del cine. Aunque, ser eterno Es un ejemplo de que las dos cosas pueden ir juntas. ¿Cómo lo ves?
-Si mañana hicieran una retrospectiva, aunque sería muy difícil por la cantidad de películas que son, al verlas una tras otra notarías que son del mismo tipo, aunque siempre intento hacer algo diferente. Lo que busco son formas de hacer un cine cada vez más personal donde todo me importe menos. En el interior ser eterno Puedo poner una toma en color sin justificar por qué está ahí, o puedo cambiar el registro a mitad de la película sin tener que explicarlo.
–Cuando levanta la bandera anticine, ¿se refiere a ese tipo de cosas?
–Para mí, el anticine es cómo debe ser el cine, cómo era la vanguardia. Intenta creer en algo, ve y hazlo. Me divierte que cuando digo esa palabra, la gente cree que va a encontrar películas hechas con un celular. Es más que nada contra la industria, contra los festivales de cabildeo o pidiendo fondos. Entonces también es cómo se muestra una película, los tiempos que hay que esperar, lo cruel que es poder estrenar una película y que la gente la quite a la semana, o lo que le pasó al instituto. Todo esto para mí es anticine.
¿Qué le interesa que aprendan los alumnos de su taller?
-Me interesa lo que hacen, básicamente. Al taller no solo viene gente que nunca ha hecho nada, sino también estudiantes de escuelas de cine, principalmente de América Latina. Cuando los escolares piensan en hacer cine, lo primero que piensan es el presupuesto, luego las reuniones, el buffet, las rutas de viaje, pero no han escrito historia. Les digo lo contrario, la teoría pasa a un segundo plano y empezamos a hacer. Al taller llegaban personas que no sabían prender una cámara y ahora son directores de fotografía. Otros han estado trabajando en mis películas durante años, mi equipo son solo personas que trabajan conmigo en el taller.
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