Cine. “La fiaca”, la película argentina que cuestionó la obligación de trabajar

Norman Briski y Norma Aleandro en una suceso de “La fiaca”

“No me levanto, no tengo ganas de ir a trabajar”, ​​replica Néstor Vignale a la pregunta de la mujer, ya que ha sonado el despertador y el marido no se ha movido de la cama. “¿Deseo? Dale Néstor, me estás cargando, ¿quieres levantarte pronto?”, vuelve a insistir. “No es serio. No voy a la oficina porque tengo un fiasco”. la cara interrogante norma alejandro lo dice todo por la respuesta del marido, interpretado por un inexperto Norman Briski quien, como si fuera lo más natural del mundo, replica que “no tengo ganas de ir y no voy”. Asi es como empieza”el perezoso”, la historia de un hombre popular que un día decide no ir a trabajar. Y no es porque esté enfermo o tenga un problema o poco así. Solo tiene “fiaca”.

1969

¿Cuántas veces tú o yo pensamos lo mismo? ¿Es natural tener que renunciar deliberadamente a nuestro tiempo redimido y a la posibilidad de relajarnos por el trabajo del día y retornar más cansados, más agotados, con menos energía y luego con menos ganas de hacer lo que positivamente queremos hacer? Esta es la premisa central de esta película dirigida por Fernando Ayala y basada en la obra homónima de Ricardo Talesnik. Para ponerlo en contexto, la comedia debutó en un momento en que los temas políticos y sociales a nivel locorregional y mundial estaban a la orden del día. Sin ir más allá, 1969 fue el año de Cordobazoun año a posteriori mayo francés y donde absolutamente toda normalidad estaba en duda. Y, por supuesto, el hecho de tener que ir a trabajar todos los días y todos los días en detrimento del derecho al ocio y al redimido esparcimiento igualmente.

La reacción de su esposa es el delirio auténtico de las explicaciones que Vignale tendrá que dar a una sociedad personificada por su matriz, su director y sus compañeros de trabajo que no pueden entender las razones por las que decide no ir a trabajar. La posibilidad de despido es el principal argumento, pero al protagonista le da igual. Nadie puede convencerte de la posibilidad de poder pernoctar un poco más, darte una ducha larga, desayunar en la cama, descifrar el circular y hacer cada una de estas actividades con todo el tiempo del mundo. Sin prisas, nadie ni nadie esperándote. Simplemente disfrutando de las pequeñas cosas de la vida.

tragedia griega

Lo interesante deel perezosoes que con el paso del tiempo, las pretensiones de ocio de su protagonista aumentan. Aunque al principio se lo toma como una revancha personal hacer estas cosas cotidianas mientras todos a su cerca de trabajan, pronto su mejor amigo de la oficina supera su miedo, se emociona con la idea de Vignale y juntos deciden despedirlo. . Deciden poner juegos infantiles, disfrutar de su tiempo y deambular sin rumbo como dos flâneuresos paseantes que Walter Benjamin observó en París, pero aquí en Buenos Aires.

En este contexto, la empresa no sabe si se enfrenta a una crisis psicológica de un empleado oa otra “medida de fuerza” e iniciará una lucha para romperla. Al mismo tiempo, es interesante notar que en diferentes momentos los dispositivos parecen cobrar vida y advierten que deben ser pagados como una espada que los empuja en dirección a sus obligaciones. Porque, por supuesto, este concepto llamado Beneficio haber es la que igualmente le permite residir una vida concorde a sus deposición y es la que, en definitiva y con gran pesar, hace reflexionar a su personaje sobre la obligación de tener que trabajar. La tragedia llega a su fin y la cara de Norman Briski, dando la voz de sobresalto para el día ulterior, como vimos al principio de su relato, es lo que nos identifica a todos.

es el capitalismo

Fue este mismo actor quien, con el mismo espíritu de cuestionamiento, participó hace dos abriles en una rueda de prensa en el Monolito adjunto a organizaciones sociales, sindicales y de izquierda en apoyo y solidaridad con las familias sin hogar de Guernica que habían sido tirados con tractores en esa ciudad del sur de la periferia porteño: “no tiene precedentes que haya multitud que no tiene donde residir, sobran razones para apoyar la toma de Guernica. La tierra es de quien la trabaja, de quien la necesita, es un principio olvidado donde la propiedad es la forma de expulsar la propiedad privada. Esta multitud es mi multitud. Cuando hablo con ellos, siento que estamos en un caso contra el capitalismo. El Gobierno no permite que la multitud no tenga donde residir, culpar a la pandemia es injusto porque viene de ayer.

El tiempo, el ocio, el derecho al arte, a la civilización y todas esas cosas que haríamos si tuviéramos tiempo son conceptos hoy prácticamente revolucionarios que con el paso de las décadas no solo no han perdido vigencia sino que están más vigentes que nunca. La precariedad profesional, fuera del lugar común del oficinista que es Vignale, es una existencia presente que naturaliza aún más aquellas preguntas que se hace el protagonista. Una vez más, ¿y tú, qué harías?



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